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Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.

 

Hay muchas afirmaciones o citas de los antiguos filósofos (y no tan antiguos), que hacen referencia al hecho de conocerse bien a uno mismo.

Las personas, en general, buscan la felicidad, la satisfacción personal, sentirse plenos en sus vidas, etc. Y todo está vinculado a su propio interior.

Y eso es porque el poder disfrutar de todas estas emociones está íntimamente ligado a la consecución de los resultados que responden a tus inquietudes personales. Dicho de otra forma, al conseguir tus deseos e ilusiones en la vida.

Créeme, no hace ni falta haber finalizado con tu meta; sino que el simple hecho de empezar a andar y realizar las acciones pertinentes para conseguir tus metas, ya da como resultado un cambio de emociones.

El camino es el que proporciona la felicidad.

Por el simple motivo que estás actuando de forma honesta y en consonancia con tus deseos más íntimos.

Saber qué se desea en la vida de forma clara y concreta (no de forma vaga) es indispensable para conseguir vivir plenamente y feliz.

Ya que no puedes emprender ningún camino con convicción si no sabes a dónde te diriges, ¿verdad?

El primer paso es descubrir cuáles son tus anhelos y deseos. Por eso debes hacer un buen trabajo de introspección personal hasta llegar a las profundidades de ti mismo/a, tal y como nos describe Sócrates.

Aunque… también existe otra manera que no te consumirá tanto tiempo.

Aprende a trabajar sobre tus metas, con método. Y a medida que empieces a definir y caminar por ese nuevo camino, te aseguro que descubrirás con mucha facilidad cuáles son tus verdaderas inquietudes en la vida; más que estando sin hacer nada y justificándote a ti mismo/a con pensamientos del tipo:

“es que no tengo claro lo que deseo”,

“cuando tenga claro lo que quiero ya aprenderé a hacer metas”,

o peor todavía… “yo siempre consigo lo que me propongo, lo que pasa es que necesito determinar qué quiero ahora”.

Con todo este tipo de pensamientos, lo único que consigues es… INACCIÓN. Y al no hacer nada, no avanzas y, lógicamente, no te sientes Feliz.

Si determinas una meta, aunque no estés seguro/a de que realmente sea lo que deseas, pero empieces a realizar las acciones para conseguirla, te darás cuenta que durante el camino descubrirás de forma clara qué es lo que deseas realmente y podrás ir hacia ello.