fbpx

Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela.

 

En el mundo en que vivimos, la sociedad, el entorno y nuestra forma de vida crean una serie de ideales, premisas y leyes no escritas que acatamos sin cuestionar; y acaban convirtiéndose en condicionamientos mentales.

Una de las premisas que existen es la de “agradar a la gente”; ya que no es bien visto socialmente, aquel que no hace lo que se supone que se debe hacer.

Le damos mucha importancia al agrado social. Y prueba de ello son ese tipo de pensamientos que nos repetimos habitualmente antes de actuar, como el “qué pensarán”, “qué dirán”, “…y si” y/o otros pensamientos de esta naturaleza, que nos llevan a actuar de forma condicionada.

Cuando digo de forma condicionada, me refiero a cuando este comportamiento va en contra de nuestros objetivos, deseos o anhelos. En este punto y aunque ahora mismo pueda ser que no lo creas empieza el declive interior de las personas, ya sea en forma de frustración, desesperanza o vacío personal acabando, lógicamente, en una falta de ilusiones y motivación.

Todo esto sucede por actuar más por lo que pueda decir o pensar nuestro entorno, que por nuestra propia iniciativa.

Y en este punto es cuando tú mismo construyes un muro frente a tu libertad. Se frenan tus iniciativas. Y pasas a estar más atento/a a no saltarte ese conjunto de normas de lo que se supone que es “lo correcto” o “lo que está bien”.

Pitágoras nos advierte que una cosa es ayudar a la gente cuando se puede hacer; y otra, muy distinta, es hacer lo que se supone que se debe hacer. Y aún con más razón si ello implica dejar de lado tus inquietudes, retos u objetivos personales o profesionales, para asumir responsabilidades de otras personas.

¿Ayudas o haces el trabajo de otros sólo por el “qué dirán”?