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El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.
Aunque un poco rebuscada la afirmación que nos brindó Platón, con el carro, los caballos, el deseo y el placer, creo que es muy clara para identificar dónde está el objetivo de la vida.
La plenitud personal se basa en equilibrio.
Y quizá, te preguntes, ¿por qué se basa en equilibrio?
Piensa. Tenemos infinidad de ejemplos de distintas culturas en las que todos los filósofos, pensadores y autores de distintas disciplinas hacen referencia al equilibrio. Recuerda por ejemplo el ying-yang oriental.
Mi interpretación del equilibrio es:
Deseo:
¿Cuáles son tus metas, tus ilusiones o tus propósitos en la vida?
Lo que te hace brillar los ojos es lo que anhelas, y lo que anhelas forma tus deseos en la vida.
Deber:
Es tu responsabilidad y sólo tuya, el capacitarte para poder llevar a cabo las acciones y las tareas que te van a permitir conseguir tus deseos.
Como muy bien describe Platón, el Arte de Vivir se basa en conseguir el equilibrio en estos dos aspectos. Y éstos se basan en compromiso personal con uno mismo.
Lo que describo no es egoísmo. Es amor. Porque cuando tú estás bien contigo mismo, entonces estás bien con tu entorno. Y todos, familia, amigos y colegas profesionales salen beneficiados.
Conseguir lo que te propongas en la vida no se basa en pisar a la gente, sino que consiste en ser congruente con uno mismo y desarrollar los hábitos y la disciplina necesaria para hacer lo que hay que hacer (DEBER).
Y por el otro lado, describir con detalle las metas que quieres conseguir (PLACER).
¿Piensas igual?
¿Cuál es tu interpretación?