Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.
A mi forma de entender, esta cita de Aristóteles está dirigida a hacernos reflexionar sobre nuestro nivel de consciencia; utilizando un ejemplo de emocionalidad conocido por todos, el enfado.
Cuando nos enfadamos, nuestra parte emocional coge las riendas y nos gobierna con mano dura. Y, en ese momento, es cuando podemos desbocarnos y decir palabras que más tarde, una vez calmados, vemos que han estado fuera de lugar o que, simplemente, nos han sido de ayuda para dramatizar mucho más la situación, fuese la que fuese.
Si mantenemos un nivel de consciencia alto, nuestra percepción no se altera, vemos las cosas como son, sin emociones de por medio y, automáticamente, nuestras acciones estarán equilibradas con el problema o situación que vivimos, siendo muy difícil pasarse de la línea.
Esto no quiere decir que no podamos enfadarnos puntualmente. Pero nuestra actuación será mucho más medida, adecuada y, probablemente, mucho más constructiva, que si es nuestra parte emocional desbocada la que nos dirige.
¿Y tú? ¿Cómo interpretas esta cita de Aristóteles?