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Es un principio indiscutible que para saber mandar bien, es preciso saber obedecer.

 

Pensaba que esta frase era de mi abuelo 😉 … Porque de pequeño, cuando me mandaba alguna tarea y yo me hacía el “remolón” para no realizarla, él siempre me repetía sin descanso esta cita. Y resulta ser muy anterior, pues es de Aristóteles.

Aunque yo no entendía exactamente su significado, años más tarde, con mi entrada en el mundo laboral, y posteriormente gestionando distintas empresas y habiendo estado en distintos ambientes profesionales, entendí de forma muy rápida su gran significado e importancia.

En el mundo profesional actual, una de las mayores carencias identificadas entre los propietarios de negocios y dirigentes/responsables de empresas y áreas de empresas, en todos los niveles, es la del mando y liderazgo de equipos.

Dentro del liderazgo, incluso podemos encontrar distintos perfiles de líderes y, lógicamente, dependiendo del estilo o perfil de líder que seas, mandarás de una forma u otra.

Lo importante en el liderazgo es conseguir que tu equipo se mueva de forma uniforme en la misma dirección. Éste es el reto del líder y del mando. Y para que cualquiera pueda ser un buen líder, debe saber obedecer.

¿Te obedeces a ti mismo cuando decides escribir tus metas y finalmente no lo haces?

¿Te obedeces bien cuando no cumples la planificación que tú has escrito?

Si te realizas estas preguntas y las respondes de forma honesta, sabrás si sabes obedecer.

Y si es el caso, entonces podrás aprender a mandar. Ya que saber obedecer no significa saber mandar, pero si no sabes obedecer difícilmente mandarás bien.