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Yo no procuro conocer las preguntas; procuro conocer las respuestas.

 

En la sociedad actual pasa lo mismo que debía pasar en la época de Confucio, porque sino, no entiendo cómo pudo hacer esta reflexión.

Con esta premisa podemos llegar a la conclusión que nuestra evolución no ha sido tan rápida y eficiente como la tecnológica, ¿verdad?

En el mundo de las personas y el desarrollo humano (referido al mundo interior y personal), no es tan importante, como falsamente creemos, el saber las preguntas, sino todo lo contrario. Saber las respuestas es lo que realmente te facilitará enormemente tu crecimiento personal.

Esto suena un poco raro, soy consciente.

Veamos un ejemplo sencillo:

Muchísimas personas se preguntan cada día “el porqué les pasa esto u lo otro”, sin percatarse que precisamente están pensando y enfocándose en lo que no quieren que les pase. Y crean de esta forma, un bucle o círculo vicioso nada satisfactorio.

En cambio, muy pocos son los que dejan de lado este tipo de preguntas y prefieren dedicar su tiempo a pensar sobre lo que desean que les pase. Entonces, sin darse cuenta, lo que están es centrados en la respuesta, que precisamente hace que no se pregunten nunca “el porqué les pasa esto u lo otro”.

¿Curioso verdad?

¿Y tú?

¿Piensas de forma honesta en lo que quieres, o eres de los que piensa en lo que no quieren que les pase?