Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado.
Esta afirmación de Buda quizá sea de las que existen más versiones. Y de las que más se han promovido desde todos los ámbitos, ya sea cultural, negocios, social, etc…
Aunque creo, o así me lo parece, que es de las que menos ha calado en el hombre.
Hoy en día, gracias a nuevas investigaciones, sabemos con mucha más certeza que la realidad que vivimos se crea a partir de nuestros pensamientos.
Esto quiere decir que dependiendo de cómo pienses, serás de una forma u otra.
Ejemplo sencillo:
Si tu hábito de pensamiento predominante se centra en el dolor, el sufrimiento, el montón de enfermedades nuevas que nos acechan constantemente y básicamente en lo negativo, es muy fácil y normal que tu cuerpo lo experimente al igual que tu cerebro y acabes siendo una persona que enferma con facilidad, que dispongas de poca energía y que cualquier acontecimiento de tu vida se convierta en un obstáculo y/o problema para ti.
En cambio, si tu hábito de pensamiento es positivo y se centra en experiencias sociales positivas, en la creación de bienes o servicios para la comunidad y en lo maravillosa que es la vida, tu cuerpo también lo experimentará y dispondrás de unos niveles de salud y energía envidiables y casi sobrehumanos a ojos de los demás, cosa que facilitará que los acontecimientos de tu vida se conviertan en oportunidades.
La conclusión sería que existe de forma irrefutable una relación directa entre la forma de pensar que tenemos y el grado de logros o fracasos que obtenemos en la vida.
Vigila cómo piensas…