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El verdadero caballero es el que solo predica lo que practica.

 

Esta afirmación de Confucio puede llegar a convertirse en el gran talón de Aquiles de cualquier persona, a una velocidad increíble.

El motivo es bien sencillo.

Cuántas veces nos pasa que damos consejos o pautas de actuación a nuestro entorno. Además, sabemos a ciencia cierta que son buenos consejos. También sabemos que su aplicación es la mejor solución y que, por supuesto, funcionan perfectamente bien. Pero, por el contrario, nosotros mismos somos los primeros que no los aplicamos.

Confucio nos lleva a cuestionarnos a nosotros mismos. A tener en cuenta nuestro conocimiento y experiencia para que apliquemos aquello que sabemos. El no aplicar lo que se predica en todas direcciones, además de hacernos perder oportunidades, por descontado, nos pone delante de nuestro entorno en una situación no del todo agradable.

Imaginaros un padre/madre regañando a su hijo por poner los pies encima de la mesa cuando está sentado en el sofá; y en cambio, él o ella es lo primero que hace cuando se sienta en el sofá.

Fijaros también en esta viñeta de Flavita Banana publicada en smoda.elpais.com:

Y como estos muchos más casos… ¿se te ocurre algún otro ejemplo?