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No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto.

 

Una cosa es explicar, exponer o detallar quién se es; y otra muy distinta es, quién se es realmente.

Cuando exponemos nuestra forma de ser, se detalla desde el punto de vista del propio prisma. Y, habitualmente, nos describimos desde un ideal propio que no tiene porque coincidir con la realidad.

La realidad viene determinada por el conjunto de nuestra Actitud, Comportamientos y Conductas más íntimas, que no son más que hábitos. Y seguro que no tienen mucha relación con la exposición que hayas podido hacer sobre ti mismo/a.

Dicho de otra forma… ¿cuánta gente conoces que se autodefina como “positiva” u “optimista”?

Y de todos ellos ¿cuántos son realmente así?

Es muy habitual por mi trabajo que, en un primer contacto con empresarios, emprendedores o profesionales independientes me expliquen lo proactivos que son, las metas que creen tener (pero son deseos vagos), lo bien que realizan las reuniones, lo expertos que son al delegar tareas en su equipo e incluso lo gran vendedores que son.

Pasado un rato y escuchando activamente te das cuenta de que lo que han descrito es lo que les gustaría realmente ser, no lo que son.

¿Eres como quieres ser realmente?