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El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.

 

Errar es la principal fuente de conocimiento y aprendizaje que disponemos como especie.

Si cometes errores siempre tienes la oportunidad de mejorar. Por el simple hecho de que, una vez cometido el error, ya has aprendido qué NO debes volver a hacer.

Por lo tanto, tienes muchas más posibilidades con tu nueva acción de conseguir el resultado que estabas buscando… Lógico, ¿verdad?

La realidad es que el comportamiento de las personas no siempre es así de racional. Y el hecho de cometer errores o fracasar en iniciativas personales y profesionales, muchas veces, lo que consigue es crear experiencias y sentimientos negativos que pueden convertirse en lamentaciones personales sobre la forma en cómo se ha actuado. Y, todo ello, nos condiciona mentalmente a probar nuevas formas de actuación, de comportamiento o de acción.

Se genera miedo al error o al fracaso.

Entiendo entonces, que básicamente es esto lo que nos quiere transmitir Confucio con esta afirmación.

Por este motivo, si después de cometer un error, no lo reflexionas y no lo corriges el gran error que cometes es precisamente éste. Si esta circunstancia se da en tus metas u objetivos, entonces, tienes un problema.

El hecho de no corregir no te permite aprender ni mejorar tus conocimientos. Y lo más fácil es que acabes condicionado/a y paralizado/a. Que no vuelvas a emprender la acción hacia tus deseos. Y, quizá, empieces a pensar que no es posible conseguirlo o que no lo mereces, por eso no te ha salido bien a la primera, o aparezca cualquier tipo de justificación que te diga que no hace falta que lo vuelvas a intentar.

Es tu vida y son tus decisiones. ¿Quieres realmente conseguir tus sueños?