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Voy a empezar este artículo desmontando un mito que seguro que habrás oído: las mujeres son capaces de hacer varias cosas a la vez y los hombres no. Pues es mentira, no te lo creas. No tiene ninguna base científica. En un experimento en una universidad alemana, 48 hombres y 48 mujeres tenían que archivar vocales y consonantes con el dedo índice y números pares e impares con el dedo corazón. La conclusión fue que cuando se trata de llevar a cabo varias tareas a la vez, ¡ambos sexos somos igual de inútiles…! A pesar de todo, hacer varias cosas a la vez es el signo de nuestros días, por lo que te voy a explicar en qué consiste y qué tiene de bueno y de malo el multitasking.

¿Es bueno, el multitasking?

En teoría, el multitasking, como todas las iniciativas que buscan un buen aprovechamiento del tiempo, son buenas por sí mismas, porque  persigue que las personas que lo ejercen se conviertan en trabajadores capaces de desempeñar diversas funciones de manera paralela. Saber hacer más cosas de las que hasta ahora sabíamos debería ser una buena noticia porque, de entrada, se supone que pasamos a ser especialistas en más cuestiones y este dato nos convierte en más valiosos en nuestro lugar de trabajo. Pero… ¡siempre hay un pero! nuestro cerebro no está programado para trabajar así, aunque a nuestro ritmo diario le iría de fábula.

 

La (in)eficiencia del multitasking

El problema subyace cuando una persona multitarea se ve obligada a realizar diferentes trabajos en el mismo intervalo de tiempo, o sea, para que se entienda clara y llanamente: si en una hora desempeñabas un trabajo, ahora debes llevar a cabo tres en casi el mismo intervalo de tiempo. Al final, hacer más puede acabar conduciendo al estrés y a la desesperación. Lógicamente, el incremento de la carga de trabajo para llevarla a cabo en un tiempo insuficiente a todas luces, lo que acaba generando es ineficiencia, que es el paso previo… a la incompetencia.

 

¡Hola, queridos incompetentes!

Tal vez los trabajos se acaben en el tiempo que se habían fijado -con la alegría que tendrá tu superior-, pero ya te advierto que su calidad no será la misma ni de lejos. Desde la dirección te hablarán de más productividad, de más responsabilidad e, incluso, de probable promoción laboral con el consiguiente aumento de sueldo, pero demasiado a menudo el trabajador multitarea no logra alcanzar las expectativas fijadas por la dirección de la empresa, cada día con un más elevado baremo de exigencia con un trabajador/a, al que se le quiere extraer todo el jugo posible e imposible. Demasiado a menudo se llega a situaciones límite y el que paga el pato es el empleado/a: extenuado, frustrado y observado por sus jefes con aquella mirada de decepción, como diciendo: “Yo confiaba en ti y me has fallado”. Y a ti se te queda cara de tonto… agotado.

 

La calidad musical del hombre orquesta

Existe un precedente de persona multitarea que os ayudará a entender la realidad de las personas multitarea: el hombre orquestra. Seguro que los que tenéis más edad lo recordaréis. Era un músico que tocaba diferentes instrumentos a la vez y los llevaba encima. Solía verse en las fiestas mayores de los pueblos más pequeños y que, por cuestiones presupuestarias, no podían contratar una orquesta entera. Hacía las delicias de los niños y no lo hacía mal teniendo en cuenta la complejidad de su trabajo. Pero, claro, su calidad musical dejaba mucho que desear. De hecho, no hay que ser muy perspicaz para adivinar que si fuera un gran músico que supiera tocar a un alto nivel diversos instrumentos estaría en una orquesta, ¿no?

 

La tecnología no es la solución

Nos dicen que con herramientas modernas en materia de tecnología y conexiones a internet, donde lo podemos encontrar todo, nuestro trabajo multitarea puede convertirse en un coser y cantar. Que no te vendan motos: se requiere un aprendizaje y una práctica para sacar rendimiento a estos utensilios, y como de lo que carecemos es de tiempo para aprender, te acaban tirando a los leones y que Dios reparta suerte. Seguramente, alguna vez funciona, no os lo negaremos, pero no confiéis mucho en vuestra suerte.

 

Primero una cosa; después la otra

Si al principio os explicábamos que hombres y mujeres tienen las mismas capacidades, no querríamos acabar esta reflexión sin comentaros que las diferentes investigaciones que se han llevado a cabo desde que se aplica la neurociencia –a mediados de la década de los 90- en forma de experimentos, han demostrado de forma fehaciente que en lugar de hacer varias cosas a la vez, nuestro cerebro lo único que puede hacer es cambiar entre tareas. O sea, a modo de conclusión: si te toca ser una persona multitasking, que sepas que no lo podrás hacer todo a la vez, sino una cosa después de la otra. Valor y al toro y, sobre todo, no te entretengas, que el tiempo se te acabará echando encima.

 

 

 

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