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El autoconocimiento personal es una de las claves del éxito en la vida. Ya lo decían los antiguos filósofos griegos y lo sostienen los modernos terapeutas, que hacen de su práctica un verdadero camino hacia el descubrimiento de aquello que está en nosotros pero que debemos aprender a desvelar, a aceptar y finalmente mejorar.

Todas las técnicas de superación personal que actualmente están disponibles por medio de cursos, talleres y especialistas se concentran, casi exclusivamente, en desarrollar una fuerte conciencia de nuestras debilidades y de nuestras fortalezas.

Aceptándolas en primer término, para poder empezar a trabajarlas y, de esta manera, lograr cambios que tengan una relevancia de una magnitud perdurable en nuestras personalidades y en cada cosa que hacemos, ya sea en nuestras empresas o en nuestras familias.

El Autoconocimiento y la Madurez 

Dependiendo de la meta que tengamos en la vida, el dinero no es siempre lo principal. Muchos de nosotros, superados los treinta años, empezamos a tener una visión más responsable de la vida y de lo que significa criar hijos en un mundo donde los desafíos son cada vez mayores y, del que muchas veces, sentimos miedo de que este estilo de vida actual devore todo el tiempo e ilusiones de nuestros seres más queridos.

El autoconocimiento llega de la mano de la madurez y de la capacidad de aceptación de que esta vida es un suspiro en el infinito.

Como tal, vale la pena desarrollar una conciencia plena de nuestras acciones, que un día serán acalladas con el mismo fatal destino de una rosa cortada, que ahora descansa en un florero transitorio.

Cuando hablo de madurez no me refiero a un súbito descubrimiento del Nirvana o a una revelación súbita de sabiduría. No. Mi entendimiento de la madurez va de la mano con el uso razonable de tiempo cotidiano, con la capacidad de conectar observaciones, con las metas y la lectura realista de los avances y retrocesos con respecto a ellas y, fundamentalmente, con un gran sentido de un proyecto de vida ligado a aquellos que heredarán nuestros valores y nuestra forma de entender “eso” que no tiene precio pero que tiene un costo.

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El Autoconocimiento y la Motivación 

Muchos me preguntáis acerca de cómo tener motivación personal. Pero la pregunta está errada en todo sentido. Pues no se trata de tener nada, sino de saber apreciar ampliamente un bagaje de experiencias personales relacionadas a nuestra propia capacidad de amar, de odiar, de sentir y de comprometerse con aquellas cosas que nos remiten a la acción misma. No se trata de pensar en la motivación como algo que buscar sino como algo que generar constantemente.

Aunque es cierto que existen grandes motivadores alrededor del mundo, y muchos de ellos son realmente muy buenos, no es cierto que la motivación externa funcione mejor que la motivación interna. (Te recomiendo leer este artículo donde se matizan las diferencias entre una y otra motivación).

Cuando hablamos de autoconocimiento la motivación es siempre interna, porque uno puede reconocer quién es, qué metas desea y usarlo como el combustible ideal para avanzar en el desarrollo de su proyecto de vida.

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El Autoconocimiento en el Tiempo 

Hay personas que destinan demasiado tiempo a mirar a su pasado, donde además ven sólo las experiencias malas y encima, las ven como desmotivaciones.

Obviamente que muchas personas prefieren no salir de su zona de confort por miedo a repetir malas experiencias de su vida. Pero si seguimos pensando eso a lo largo de 60 años, entonces nunca vamos a lograr materializar nuestro proyecto de vida y, menos aún, el poder proporcionar un legado de valor para nuestros hijos.

Las claves del éxito están en estos elementos:

– Tener una vida con un propósito auténtico.

– Que este propósito sirva como un legado para nuestros hijos.

– Que cada día sirva al cumplimiento de un objetivo específico.

– Saber que la madurez no es súbita, sino una búsqueda interna resultado de un sentido del propósito.

– Y, finalmente, entender que nada motiva más para el éxito que la posibilidad de usar nuestras experiencias previas para llegar más lejos.

Estos elementos parecen sacados de una receta de libro de autoayuda, pero en realidad son preceptos antiguos que cada cierto tiempo han caído en el olvido; a veces por ser obvios y a veces por el paradigma social y familiar donde hemos crecido.

Pensar que la vida es un regalo que en algún momento va a pasar a las manos de nuestros hijos, es tener una gran conciencia de la responsabilidad que implica ser el ejemplo que queremos que ellos tengan y la referencia mental de sus posibles acciones en el futuro.

El autoconocimiento implica asumir esta tarea de ser un buen ejemplo y de actuar conforme a todo el potencial que tenemos, sin caer en el engaño de la rosa en el fatal florero; pero sin olvidar que casi siempre habrá otras rosas que serán mejores. Lo importante es tu rosa, no la de los demás.

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Conclusiones 

Los hombres estamos llamados a buscar incesantemente un camino de reencuentro con aquello que otros hicieron con nosotros, diría Sartre; pero también estamos llamados a responsabilizarnos por el uso del tiempo que hacemos una vez hemos reconocido la propiedad de nuestras decisiones.

Con esto me refiero al simple hecho de que debes poder hacerte cargo de lo que decides hacer una vez que sabes las consecuencias del buen o mal uso que haces de tu tiempo personal.

Suelo pensar cada vez que veo un arreglo floral en que la culpa no ha sido del jardinero o del florista; sin embargo, el destino de la rosa siempre está en relación a su belleza, a su vitalidad, a su precio y a su momento. Tal vez por eso me sorprende demasiado cómo termina una rosa junto a una caja de bombones o marchitada en un cementerio. Ese recorrido es el del autoconocimiento y siempre ha tenido espinas.

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