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Uno de mis autores favoritos es Daniel Goleman, creador del concepto de inteligencia emocional, que nos trata de dar un nuevo modo de acercarnos al entendimiento de la motivación, de la atención, de los sentimientos y el dominio del desarrollo de metas personales como una inteligencia necesaria para el crecimiento personal.
Desde mi punto de vista, la salud emocional es una parte importante para toda aquella persona que esté comprometida consigo misma.
Comprometida con llegar a ser la mejor versión posible de sí misma en un periodo de tiempo determinado.
Comprometida con sus metas personales y profesionales.
Y por supuesto, dispuesta a superar todo aquello que la mantiene en su zona de confort.
Éste es el verdadero “camino al éxito”.
No creo que exista un gran emprendedor de negocios o motivador del calibre de Tony Robbins o Elon Musk que no contemple para sí una fuerte concepción de la felicidad. Todos ellos son proactivos en la búsqueda de lo mejor por medio de metas, de proyectos, de rutinas claras y de compromisos que los alejen del conformismo.
Las motivaciones de la vida son distintas para cada uno de nosotros.
Mientras que, para algunos, ascender profesionalmente les acerca a la felicidad; para otros, el formar una familia les resulta más valioso, pues les acerca a su concepto de felicidad.
Es interesante pensar en que no siempre las ideas que mantenemos durante años en relación a lo que es la felicidad van a tener correlación con nuestra realidad. Pero es mucho más interesante pensar y llevar a cabo -no sólo pensarlo- todas esas ideas, ya que son posibles si nos animamos a ser proactivos y convertirlas en metas.
¿Qué significa ser proactivo?
Creo que la respuesta pasa por nuestra capacidad de:
- Adaptarnos a los cambios.
- Comprometernos a ser hoy un 1% mejor de lo que fuimos ayer.
- Tomar decisiones y aceptar las consecuencias.
- Ser consecuentes con nuestros deseos.
- Ponerle fechas y tiempos de entrega a nuestros objetivos.
- Capacidad de aprender de los errores y levantarse rápido.
El grado de proactividad de una persona va a estar siempre en consonancia con el grado de consciencia y de compromiso que esa persona tenga con el modo de leer los hechos de su vida cotidiana.
Hay un sinnúmero de parábolas zen que grafican esto, pero no hace falta ser oriental para aplicarlo en tu vida cotidiana. Por ejemplo, observa lo que haces cuando derramas una taza de té o una comida que acabas de hacer, observa cómo actúas frente a alguien que no entiende tu punto de vista y pide que se lo expliques de nuevo, o piensa como un cartero: ¿cuántas veces tocarías el timbre para entregar una carta?
Lo interesante de la proactividad es que se cuela como el agua en todos los aspectos de nuestra personalidad y que, con el tiempo, se va estructurando en conductas, en formas de hacer y en reacciones. Y así se van formando nuestros hábitos, poco a poco y sin darnos cuenta, sean correctos o no.
Por ejemplo, es difícil encontrar una persona proactiva que se desmotive rápido o que no sea tolerante al error. Porque parte de tomar la iniciativa siempre tendrá como posible desenlace una consecuencia antes prevista. No siempre positiva, pero siempre estructurada como un aprendizaje. Claro que eso lo debemos desarrollar.
Proactividad vs. Inercia emocional
Si me pidieran que contraponga un concepto al de proactividad creo que diría que su opuesto es la “inercia emocional”, o lo que habitualmente se conoce como la “zona de confort”.
Esta inercia emocional, podríamos definirla como otro modo de estructurar la visión emocional y cotidiana de la vida y el día a día. Es el estado individual donde están los oficinistas que no aman su trabajo, los que sufren de stress, los que creen que todo el mundo esta en su contra y por supuesto, los que odian los cambios, o tal vez ni siquiera los odian, más bien no los entienden.
Todos hemos estado en algún momento de nuestras vidas en una inercia emocional. Es natural que estados como el desenamoramiento, el odio o el tedio nos lleven a permanecer parasitando la existencia sin sentido. Pero eso suele ser pasajero (o debería serlo); pues quedarnos en estados emocionales que cautiven toda nuestra atención, consciente e inconsciente, es la receta para la infelicidad total.
Los que buscan y encuentran formas de superación personal no son seres humanos extraordinarios. En realidad, son personas como cualquier otra. Lo que les diferencia es que son proactivos con sus metas, viven con ilusión y disfrutan de una emocionalidad sana en todos los ámbitos de su vida. Y además, lo aplican y ponen en práctica cotidianamente entre sus colegas, amigos, familiares e incluso con desconocidos.
La proactividad, al igual que los estados de atención plena, de capacidad de escucha activa y de buena comunicación, son hábitos que se deben forjar día a día. Sin prisa pero sin pausa. Ahí está el truco.
¿Cómo ser proactivo?
Ser proactivo, en el peor de los casos, es un síntoma de lo sano que alguien está en relación a la vida cotidiana que no necesariamente es óptima y fácil.
El error de muchas personas que quieren lograr metas ambiciosas en sus vidas es que no saben reconocer su propio grado de salud emocional, respecto a los otros y respecto a sus metas… que para empezar, habría que ver si las tienen.
Y el otro gran error es que no tienen la suficiente lucidez para buscar las formas, las personas y los lugares donde adquirir aquello que saben que necesitan para ser un poco mejores. Y, por eso, se mantienen en una inercia emocional como estado de vida inquebrantable… por décadas.
Ser proactivo es estar atento con nosotros mismos. Es tener un compromiso que se mantenga más allá de caprichos, rabietas o distracciones -que todos las tenemos-, pero que finalmente nos permitan acercarnos a un entendimiento más realista de nosotros mismos para poder empezar a cimentar las bases de una personalidad distinta, que logre resultados distintos a los que venimos obteniendo hasta ahora.
Si estás haciendo algo que no te gusta y si tu vida te desagrada estás en una inercia emocional. Es tiempo de salir de esa zona de confort.
Ser proactivo es aceptar quienes somos, coger un papel y un lápiz y anotar cuáles son tus ilusiones. Sólo así podrás convertirlas en metas. Y sólo así podrás desarrollarlas y trazar un plan de acción para alcanzarlas y convertirlas en realidad.
¿A qué estás esperando para llegar a ser proactivo?
Muy pero muy bien! Las medicinas mas eficaces vienen en capsulas. Soy su fan. Felicidades.
Muchas gracias, Oscar, por tu comentario. Un enorme abrazo 🙂